Hace unos días, un amigo de mi marido, nos trajo unas estupendas naranjas a casa. Las cultiva en su casa de campo, y normalmente las vende. Pero en este caso son tan pequeñas que no podía venderlas, así que las fue repartiendo entre los amigos.
Aunque son pequeñas están deliciosas, y con cada una se te llena la boca de sabor con su jugo. Guardé algunas para hacer mermelada, me encanta la mermelada de naranja.
Pensé que estaría bien, regalar unos cuantos tarros de la mermelada de sus naranjas. Cuando envasé la mermelada, me pareció un poco soso, enviarle el tarro así sin más.
Así que en un momento los decoré con lo que tenía más a mano.
Un poco de cinta, un círculo de una servilleta de papel a cuadros azules, propio para un hombre. Y las puntillas de unos rodales de papel.
Me pareció que había quedado muy bien, y lucía un poco más, que un triste tarro, relleno de mermelada.
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